lunes, 27 de julio de 2009

Muerte... ¿Por qué?



(La imagen en la parte superior representa al "Barquero" de la mitología griega, trasladando a través del río "Aqueronte"a las almas en pena caídas en la vida terrenal)

La Muerte científica, la conocemos con precisión como el momento en el cual un organismo vivo, suspende sus funciones homeostásicas y entra en descompocisión e integración al ambiente que lo rodea. Dentro del término "Homoestático", nos referimos de la palabra "Homeostasis", el cual consiste en el proceso y la capacidad de poder generar sustancias diversas, importantes para la vida. Ejemplo de esto son las numerosas reacciones químicas que generan nuestros órganos para poder sobrevivir.
Bajo esta connotación científica que tenemos sobre la muerte, hemos de entender el porqué se señale este acto como el fin de la vida. Con obviedad desde esta forma de ver, se critica y cuestiona potentemente las creencias dogmáticas e ideológicas de otra vida posterior. Pues como se señala, es el momento cuando el ser vivo, deja de ser capaz para sostener su capacidad terrenal de existencia.
Sin embargo, cuando los argumentos científicos para descartar las creencias religiosas son muy fuertes, de ninguna forma es motivo para tomarles como correctos. El hecho de que nadie tenga los medios físicos para ir y volver de la muerte, o para comunicarse con personas ya fallecidas, no da margen entero a que se ignore la existencia de otra etapa vital, aún en otras esferas desconocidas por la ciencia.
Muestra de esta certeza, son las innumerables y distintas culturas antiguas y vigentes, que contemplan una doctrina bien fundamentada acerca de los misterios de la muerte y el proceso de la vida luego de este interesante acto. Dentro de estas importantes culturas, resaltaron las aportaciones del Antiguo Egipto, quienes entre sus códices y grabados especificaban a la muerte como un momento crucial, donde el ente o espíritu humano era valorado por Anubis, deidad de los caídos, quien a través de la balanza rectora, el corazón del fallecido se pesaba con la pluma de la verdad. Si el corazón pesaba más, su pena se prolongaría por el resto de los tiempos como un ente gris y sin forma en el mundo terrenal; en cambio, si era la pluma mas pesada, accedía a la cámara de Osiris, quien fuese el Monarca del Valle de los Muertos. Éste de manera última le hacía dos preguntas: ¿Fuistes felíz en esta vida?... la respuesta daba margen a la última... ¿Hicistes felíz a los demás?... esta determinaba la condición final del alma.
El énfasis hecho sobre esta temática en el Antiguo Occidente, fue también de relevancia en las creencias de muchas culturas. Para los Griegos, la muerte de misma manera era considerada el inicio de otra etapa de la vida en un diferente panorama, imposible de acceder sin haber muerto antes. En este contexto, los relatos señalan la necesidad de cruzar el río "Aqueronte", conducido por el "Barquero", para llegar a la orilla de las almas en pena. Donde los Siete Reyes de la Sabiduría y la Justicia consideraban el paso de las mismas a los "Campos Elíseos", o de manera contraria, al Reino de Hades, donde servirían como súbditos al monarca mas rico entre los Dioses. Se hablaba también de casos extraordinarios, cuando seres humanos ejemplares para los Dioses morían en la vida terrenal, éstos tenían derecho a elegir entre la reencarnación; o disfrutar de una vida mas placentera en el Edén, un paraíso aún mas reservado y elevado que cualquiera.
Remontándonos a nuestra cultura, debemos de decir que existían una significativa consideración por parte de diversas civilizaciones aborígenes, y entre ellas, particularmente la devoción de los Mayas ante este hecho tan misterioso. Los Mayas atendían a la muerte de acuerdo a un hecho que marcaba una continuidad de la vida, muy a parte de la nuestra, un espacio vital entre sus Dioses y el universo que les permitía desarrollarse como mejores entes cósmicos. Sobre esta creencia, los Mayas señalaban que el acto de morir, era aún mas importante que los actos hechos en la vida terrenal; de aquí que el morir en batalla, ó fulminado por un rayo, ó muerto por un animal silvestre tenían una apreciación mas elevada sobre las demás formas de perder la vida; inclusive, se menciona el suicidio como una forma honorable para las Deidades Mayas.
Lo curioso de esta cultura, es que al igual que ellos mismos, sus Deidades podían perecer; pues aunque éstos tenían el privilegio de residir entre los siete cielos emanados por el Gran Árbol de Ceiba, su transcurso de vida se podía ver limitado por fenómenos meteorológicos o cósmicos, lo cual provocaba caer al inframundo. Un lugar que precisamente no tenía un carácter maligno, pero sí clasificado como morada de las almas venideras del mundo terrenal, donde "Ah Puch" Dios Soberano de los Muertos, gobernaba sobre los nueve niveles de éste.
Y bien, luego de haber abundado sobre algunas creencias relevantes desde diferentes culturas antiguas, debemos entender de ello que la Muerte ha sido valorada intensivamente, y que de lo mismo, deviene para nuestras creencias actuales. Sabemos que la Ciencia nos ha demostrado en contraste a lo anterior aseveraciones y hechos que nos encaminan a abandonar esta idea, la cual en ocasiones es tachada como absurda. Y ello inicialmente, surgido como respuesta a la prepotencia y desconsideración que las Organizaciones Eclesiásticas de antaño, promovieron en sus campañas de expansión dogmática, sobre costos de sangre y fuego que arrasaron en la Europa Occidental y Medio Oriente.
Sin embargo, como aprendizaje de todo esto, vemos que no es coincidencia que antiguas civilizaciones, desde las más complejas hasta las más sorprendentes, hayan integrado a su sabiduría el conocimiento de la Muerte, y que sobre todo, le hayan cifrado una apreciación tan elevada. La cual por naturaleza siempre consistió y consiste como un momento crucial en la vida de todo Ser Humano, que da pauta para continuar con este círculo vital en otras esferas, que por ende, inalcanzables e incomprensibles en este plano. Momento el cual me gustaría pensar, para comprender lo vivído terrenalmente y mejorar nuestra condición cósmica en diferentes espacios, y con el paso del tiempo retornar a este mundo, bajo propósitos diseñados por un Ser Superior, los cuales van con la armonía y equilibrio de sus demás hijos.
En lo personal, como pequeña criaturilla de tal Ser Superior, no he vivído en carne propia la muerte de un Ser Cercano, y sé que cuando me toque experimentarla, no estaré de acuerdo y mi ira se dirigirá hacia cualquiera, incluyéndome a mí mismo. Sin embargo, como cualquier mortal, tendré que aceptar su cruel llegada y que su naturaleza en sí no es maligna, pues la vida seguirá para nosotros, aunque no podamos volvernos a ver como antes.... y aunque los recuerdos nos parezcan insuficientes....